FMI, comercio bilateral y el avance de China: cómo impactan las elecciones de Estados Unidos en la Argentina

03 Nov 2020
Nota de opinión en TN Economía. Por Mariano Boettner.

Integrante/es: Carciofi, Ricardo

La Casa Blanca es el tercer socio comercial más importante del país. La influencia norteamericana en el directorio del Fondo Monetario será decisivo para las negociaciones.

Las elecciones que decidirán este martes si Donald Trump continuará en la Casa Blanca o Joe Biden devolverá la Presidencia de los Estados Unidos al Partido Demócrata moverán las aguas de la relación bilateral que el país norteamericano mantiene con Latinoamérica. Aún sin aparecer en el radar de los asuntos más urgentes de la agenda internacional de Washington, el posicionamiento de los países de la región sobre la situación en Venezuela y sobre la influencia económica creciente de China serán decisivas para los próximos años. En ese marco, para la Argentina habrá un elemento adicional: los Estados Unidos serán un partícipe decisivo de la suerte que corran las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.

Los Estados Unidos son el tercer socio comercial más importante de la Argentina, detrás de Brasil y China. Según los últimos datos oficiales, en la primera mitad de año recibió el 6% de las exportaciones totales nacionales y fue el origen del 11% de las importaciones. El balance en términos generales es deficitario para el país: en los últimos cuatro años el desequilibrio comercial fue superior a los U$S2000 millones aunque hubo una tendencia a la baja. En 2015 era de U$S4500 millones y en 2019 cerró en poco más de U$S2100 millones en rojo.

De acuerdo a un informe de la consultora Abeceb, Estados Unidos es el principal inversor externo en nuestro país. “Los últimos datos publicados por el Banco Central indican que las inversiones estadounidenses explicaron el 22,7% del stock de Inversión Extranjera Directa en Argentina, con inversiones por casi U$S17 mil millones. Entre los sectores de mayor relevancia se encuentran el petrolero (apalancado por las inversiones en Vaca Muerta), suministro de energía, industria manufacturera, seguros, servicios financieros, servicios profesionales, servicios de información y comunicaciones”, publicó.

Durante sus cuatro años de mandato, el Gobierno de Mauricio Macri trató de mantener una relación política y comercial robusta con los Estados Unidos, aunque sus intentos de acercamiento se vieron bloqueados por momentos por decisiones de política aduanera de Donald Trump, que utilizó la herramienta de los aranceles a productos extranjeros como parte de una visión proteccionista hacia la producción local y como “arma” en su enfrentamiento comercial con China.

Ya con la asunción de Alberto Fernández, el principal mojón entre Washington y Buenos Aires estuvo representada por la elección del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un organismo clave para el financiamiento de países de la región. Argentina lideró la oposición al candidato de la Casa Blanca -que terminó imponiéndose en esa compulsa- Mauricio Claver Carone, un “halcón” de Trump. Así, Estados Unidos rompió un pacto no escrito de la gobernanza de los organismos multilaterales que le aseguraba a un latinoamericano el sillón principal de ese banco.

Un grupo de especialistas en política internacional fue convocado por TN.com.ar para analizar qué consecuencias tendría para la Argentina y para la relación económica con los Estados Unidos una reelección de Trump o una victoria de Biden en los comicios presidenciales de este martes. Para eso, los ejes de la discusión fueron tres: intercambio comercial, influencia en el FMI en el marco de las discusiones para un nuevo programa financiero y los factores Venezuela y China.


Comercio: de los aranceles de Trump a las “zanahorias” de Biden

Para Ricardo Carciofi, investigador principal del Programa de Desarrollo Económico de CIPPEC, Latinoamérica aparece detrás de otras prioridades de agenda de los Estados Unidos como China, Medio Oriente, Rusia, Turquía y el Mediterráneo. E incluso, al mirar al sur, México y el Caribe están en el tope de las preocupaciones. Recién después se puede ubicar a América del Sur. El factor a observar, según Carciofi, es Brasil.

“Una reelección de Trump podría alentar a Jair Bolsonaro a un mayor acercamiento a EE.UU. Si tal situación llegara a materializarse habría que ver qué forma e intensidad asume. ¿Tendrá Brasil interés en promover una asociación comercial más estrecha con EE.UU.? ¿le interesará acompañar ese tarea con el resto del Mercosur o se propone hacerlo de manera aislada? Sea por uno u otro camino, una decisión de Brasil en tal sentido tendría consecuencias para el Mercosur en general y para Argentina en particular”, dijo.

Una victoria de Biden, por el contrario, “obligará a Brasil a buscar un reenfoque de su relación con la nueva administración estadounidense. Uno de los ejes de la plataforma de Biden es el cambio climático y la propuesta del ‘New Green Deal’. Una de las consecuencias prácticas será que Brasil deberá revisar su concepto acerca del cuidado de la Amazonia. En otros términos, cabe presumir que habrá una “presión verde” sobre Bolsonaro. Y si ocurre un giro de política en esa materia, el Mercosur podría salir beneficiado: tendría mejores cartas credenciales para la negociación política con Europa con relación al tratado de asociación entre ambos bloques", comentó Carciofi.

Por su parte, Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, consideró que el impacto que puedan tener las elecciones según gane uno u otro candidato “no van a darse en el intercambio bilateral directo Argentina-EEUU”, sino de forma más indirecta. Para eso propone mirar tres escenarios. En primer lugar, la guerra comercial con China: “Mientras que la reelección de Trump hace esperable nuevas escaladas en la disputa comercial con China, la elección de Biden plantea un uso más moderado de los aranceles y medidas restrictivas del comercio sino-americano; una guerra comercial ‘con menor armamento’. Esto genera un impacto en las oportunidades comerciales que pueden presentarse para Argentina para abastecer especialmente al mercado chino en bienes agroindustriales que por la guerra comercial son desplazados”, explicó.

En segundo lugar aparece la relación entre EE.UU. y Brasil. “El acercamiento entre Trump y Bolsonaro tuvo como capítulo más reciente el anuncio de la negociación de un mini-acuerdo entre ambos países, lo que indirectamente erosiona la posición relativa de Argentina. La elección de Biden podría propiciar un mejor escenario para que el gobierno de Fernández se acerque al gobierno de Bolsonaro y eventualmente una aproximación conjunta a Washington”, continuó.

Por último, la crisis del multilateralismo. “El gobierno de Trump ha desarrollado de manera sistemática una política de erosión de los foros multilaterales, en particular de la Organización Mundial de Comercio. Esto posiciona a la Argentina en una situación de mayor vulnerabilidad, ante un comercio que se orienta cada vez más por la fuerza y no por las reglas. La eventual elección de Biden podría implicar algunos puntos de acuerdo en el plano de la OMC que den lugar a un régimen comercial más predecible e institucionalizado”, concluyó Zelicovich.

El nivel de inversiones que pueda o no atraer el país, afirma Carciofi, no dependerá tanto de quién gane las elecciones sino de otros elementos. “Tanto los flujos comerciales como eventuales inversiones son decisiones del sector privado. Aquí lo determinante es la situación económica de Argentina y el clima de negocios en general. Trump o Biden seguirán con su práctica habitual: apoyar a sus empresas a través de los canales de la relación bilateral. Una muestra reciente fue lo ocurrido en materia de la regulación aplicada a las telecomunicaciones. Tampoco parece probable que Trump aplique medidas comerciales que afecten a Argentina, como ocurrió en 2018 con el acero y el aluminio”, cerró.

FMI: el poder de veto de la Casa Blanca a un acuerdo

El Gobierno de los Estados Unidos es el principal accionista del Fondo Monetario Internacional y, como tal, es el principal accionista en el directorio, que es el órgano de decisión final para negociaciones de programas financieros como el que negocia Argentina. Además, es el único país que tiene poder de veto sobre las determinaciones. Martín Guzmán inició a fines de agosto oficialmente las tratativas para acordar un nuevo cronograma de devolución del crédito firmado en 2018 por Mauricio Macri cuando la directora gerente del FMI era Christine Lagarde.

Según Alejandro Frenkel, politólogo y profesor de la Universidad de San Martín, “Estados Unidos tuvo un rol destacado en el crédito del Fondo Monetario a Macri. Incluso los funcionarios norteamericanos que estuvieron en la gestión de ese préstamo quedaron en posición debilitada en el Fondo. Varios países de Europa objetaron la viabilidad de ese crédito y Lagarde terminó por irse", recordó. “La gestión de Trump dentro de Fondo quedó apuntada pero eso no cambia que es el accionista mayoritario. Trump no incidió demasiado en las negociaciones con los fondos acreedores privados y puede haber un interés menor en participar demasiado. Cualquiera de los dos candidatos va a estar urgido por la recuperación económica de EE.UU. y van a delegar este tipo de negociaciones en los sectores más tecnocráticos. El Fondo igualmente no toma ninguna decisión sin la opinión de los EE.UU. El interrogante además es qué condicionantes va a tener el nuevo acuerdo para la Argentina”, dijo.

En ese sentido, para Victoria Musto, licenciada en Relaciones Internacionales de la UNR, “si Estados Unidos teme que el desequilibrio y la crisis de Argentina se expandan al resto de la región –como lo sucedido en la reestructuración poscrisis del 2001–, es probable que se realicen más esfuerzos para llegar a un resultado conveniente para todos. Por el contrario, si se evalúa que Argentina todavía tiene capacidad para responder a sus compromisos, la negociación será mucho más dura”, consideró.

“En el contexto de pandemia, luego de la reestructuración con los bonistas privados y observando los vínculos del Ministro de Economía con la presidenta del organismo, Kristalina Georgieva, entiendo que Estados Unidos va a buscar que la región se mantenga lo más calmada posible, favoreciendo un espacio para que Argentina pueda negociar su deuda con el FMI", concluyó.

Ricardo Carcioni (Cippec) agrega que Claver Carone, el “halcón” de Trump en el BID, será un nombre clave para la negociación. “Recientemente Claver Carone ha hecho pública su intención de gestionar un aumento de capital del BID para ampliar la capacidad de préstamos de la institución. Más aún, ha justificado que el propósito de tal acción sería ofrecer a los países una alternativa frente a China. Si bien está enrolado en las filas de Trump continuará en su actual cargo. Además de su función actual, hay que recordar su paso por el FMI y la asesoría del departamento de asuntos internacionales del Tesoro de Estados Unidos. Claver Carone conoce el caso argentino y el entramado técnico y político de las oficinas de Washington que entienden en este tema”, apuntó.

Venezuela y China: presión y alineamiento

Estados Unidos mantendrá, siga Trump o asuma Biden, una mirada similar sobre la crisis en Venezuela y buscará alinear a los países sudamericanos a una condena firme a las violaciones a los derechos humanos en ese país y a encontrar una salida al régimen autoritario de Nicolás Maduro. Según Florencia Rubiolo, investigadora del Conicet y directora del Doctorado en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Córdoba, tanto Venezuela como el avance de la influencia económica china en Latinoamérica formarán parte de los grandes lineamientos políticos de Estados Unidos hacia la región.

“En el caso de Venezuela, es probable que, si Biden llega a la presidencia, la sintonía con la postura argentina sea mayor. Su postura, que dice que Estados Unidos ‘no debería estar en el negocio del cambio de régimen’, está en la línea de la postura del gobierno de Fernández de favorecer una transición democrática en Venezuela sin coerción ni sanciones. Por el contrario, si Trump continúa en el poder la presión y la política del garrote sobre Caracas será mayor. Veremos cómo se amplían las distancias con la postura argentina y del resto de los países sudamericanos que favorecen el diálogo y la transición pacífica en Venezuela”, consideró.

En tanto, para Nicolás Creus, licenciado en Relaciones Internacionales y gerente de estrategia global de la empresa de biotecnología Terragene, “Argentina está alcanzada por el diseño estratégico de EE.UU. En este sentido, su posición frente a temas sensibles como Venezuela y la relación con China, por supuesto tiene impacto, sea quien sea el presidente. Sobre Venezuela, hay coincidencias entre Trump y Biden. En lo que respecta a China, la conflictividad es estructural y persistirá con cualquiera de los candidatos, aunque con Biden se espera un cambio de estilo y mayor distensión”, explicó.

“Mientras menor sea la tensión entre EE.UU. y China, mayores serán los márgenes de acción para el país. Argentina tiene intereses con ambos, EE.UU. es clave en la dimensión financiera y el acuerdo con el FMI, en tanto que China es clave en la dimensión comercial -principal socio del país en 2020-. Por esta razón, es importante que haya distensión entre las potencias y que no se plantee ninguna vinculación de cuestiones que exija algún tipo de elección entre una y otra”, continuó.

Sobre el gigante asiático, Rubiolo piensa que “la preocupación de ambos candidatos está más centrada en recuperar espacios perdidos por propia negligencia, que en castigar el acercamiento de cualquiera de los países de la región a Beijing”, dijo. “Biden reconoció en una entrevista reciente que ‘es la ausencia actual de liderazgo estadounidense en el hemisferio occidental la principal amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos’, no es China en sí misma. En el caso de Argentina el país ha dado pasos concretos en el acercamiento a Beijing desde múltiples dimensiones en los últimos 15 años de manera ininterrumpida", recordó.

"La reciente aprobación del Senado para formar parte del Banco de Asiático de Inversión e Infraestructura, liderado por China, es un gesto contundente. La consolidación de este vínculo trasciende la relación con Washington, y permite diversificar los socios externos. Gane quien gane en las elecciones, la presencia de China en Argentina, y en la región en su conjunto, es un fenómeno sin vuelta atrás. Washington deberá recurrir más a una estrategia de atracción antes que a una de sanciones, si quiere realmente recuperar el espacio perdido”, concluyó. Rubiolo.

Frenkel (Unsam) relativiza la posibilidad de una presión norteamericana a los países de la región por el avance inversor de China. “Los países vienen teniendo un margen de maniobra considerable para su relación con China. Incluso gobiernos muy alineados con EEUU están profundizando su relación. No hay todavía una obligación o presión de EE.UU. de optar o cortar vínculos con China. Es diferente de lo que pasa con Venezuela, un tema sobre el que es más difícil correrse de una posición de los Estados Unidos de condenar la violación de los derechos humanos”.

Carciofi (Cippec), por último, explicó que hay un factor podría hacer aparecer esa presión. “La disputa entre EE.UU y China excede al comercio y los aranceles. Es acerca de la hegemonía global y es una competencia con aristas de conflicto que se libra en diversos ámbitos. Uno de ellos es el control y uso de datos, y la inteligencia artificial. En este terreno la infraestructura de comunicaciones es clave, y de ahí el papel del 5G. EE.UU. ha ejercido una enorme presión sobre varios países europeos para dejar fuera de competencia a Huawei. El año próximo varios países de la región tienen previsto iniciar las licitaciones para la modernización de los equipos y redes y habrá de reeditarse un debate similar. Argentina tendrá que hacer lo propio en algún momento. Habrá que estar atento a ese desarrollo”, concluyó.

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