Daniel Heymann: "La inversión se mueve por la percepción de que hay sendero hacia adelante"

31 Dec 2016
La Nación El economista de la UBA y la Udesa dice que en 2017 habrá crecimiento, pero que es esencial mirar más allá

Por Silvia Stang

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Sobre un fondo azul, decenas de delgadas líneas blancas se entrelazan y forman figuras que se van superponiendo. Así es el mundo hoy, según analiza el economista Daniel Heymann. Un mundo multipolar y algo caótico. "Nos preocupa Estados Unidos, China, Brasil... tenemos que jugar a muchas puntas, la incertidumbre con respecto al mundo es importante", dice el investigador y profesor de la UBA y de la Universidad de San Andrés, mientras observa ese gráfico en la pantalla de su oficina en la universidad pública, donde recibe a LA NACION. El punto no es menor, si se considera que, según su evaluación, uno de los grandes problemas de la Argentina es la caída de las exportaciones en los últimos años, dada la insuficiencia de recursos para la economía que ello conlleva.


El entramado de las líneas blancas remite también a la complejidad que presenta la salida de los problemas de la Argentina. Uno de los desafíos, apunta, es lograr progresivamente una estabilidad de precios y la reversión de una tendencia que se da en nuestro país y no en otros de la región: la que indica que cada vez que sube el tipo de cambio real, baja el salario real por la inflación generada. Dice, además, que no puede haber "shock" si de mejorar la ecuación fiscal se trata.


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Heymann confía en que en 2017 habrá crecimiento económico, una inflación mucho menor a la de este año y salarios que podrían ganarle a los precios. Pero advierte que el gran desafío es lograr una tendencia en las variables que marque un camino de crecimiento sostenible.


-A un año de gestión del actual gobierno y con una economía que no arranca, ¿dónde considera que está el principal problema de la economía argentina?


-Este patrón de estancamiento con oscilaciones alrededor de una tendencia chata viene de 2011. Hay razones diversas pero una de las que a mí me parecen importantes es que, después de una sobreabundancia de dólares, particularmente por la suba de precios de las exportaciones y el aumento de las ventas al exterior, vino un fenómeno de escasez, lo que se llama la restricción externa, todo asociado a un desempeño poco dinámico de las exportaciones. Tuvimos una época de crecimiento más o menos significativo en volumen de exportaciones y de precios, y eso se convirtió hace seis, siete años o incluso más, en un estancamiento. El volumen de exportaciones en 2015 era 15% más bajo que en 2007, y las importaciones eran en volumen un 30% más. Eso crea dificultades para financiar aumentos de la demanda agregada.


-Si al campo le va mejor, ¿eso se aliviaría en 2017?


-Algún efecto habrá, pero la cuestión es generar una tendencia. Hay algún indicio de que el año que viene va a haber aumento de exportaciones porque la cosecha va a ser mayor. Eso va a ayudar, pero hay un tema de tendencia, de ver qué pasa después. Eso habla incluso de precios relativos, de tipo de cambio real.


-¿Cuál sería el tipo de cambio adecuado hoy?


-No lo sé, pero no es un tipo de cambio alto [el actual] que parezca proveer grandes incentivos a la producción de transables. En la Argentina hay una fuerte correlación entre tipo de cambio real y salario real: sube uno y baja el otro. En Chile, por ejemplo, sube el tipo de cambio real y sube el salario real, y eso es así también en otros países de la región. Nuestro patrón de comportamiento es distinto.


-¿Y cómo se revierte eso?


-Creo que con una inflación relativamente baja y estable durante un tiempo suficiente. Hay evidencia de que el traspaso de tipo de cambio a los precios depende del entorno inflacionario, y aquí hay cosas metidas en la memoria colectiva que hacen que los precios se muevan. Hay evidencia internacional de que los períodos de reducción de la inflación no son de corto plazo, y una economía que tiene una experiencia de estabilidad puede modificar su tipo de cambio sin un traslado a precios alto. Nuestro problema es que ajustes de tipo de cambio implican aceleraciones inflacionarias importantes.


-¿Cómo hay que luchar hoy por hoy contra la inflación?


-El año que viene va a ser significativamente más baja; es dudoso que sea inferior a 20%, probablemente esté por arriba de ese nivel pero va a bajar, porque este año estuvo influida por impulsos del tipo de cambio y las tarifas. Hay dos factores determinantes que son la devaluación cambiaria y los salarios. La política monetaria puede influir pero probablemente lo haga a través de estas variables. Si uno quiere sostener el crecimiento de la demanda interna tiene que financiar las importaciones y eso lo hace con exportaciones o tiene que endeudarse, pero el endeudamiento tiene límites. Hoy hay espacio para deuda, aunque su costo es alto, y es natural que ese espacio se use pero hay que mirar un poco hacia adelante.


-Hay optimismo oficial con el blanqueo, que ya logró más de US$ 90.000 millones, ¿qué sigue a partir de eso para la economía?


-Aparentemente el blanqueo aporta una cantidad significativa de recursos y eso ayuda a cerrar mejor el año. Algún efecto potencial por activos que vienen al país puede haber, algún movimiento inmobiliario... Desde ya que es una inyección de divisas importante y es un estimulante. La movilización de las inversiones y la actividad es circular, tiene más que ver con la percepción de que la economía esta en movimiento y que hay un sendero hacia adelante.


-¿Cómo vio los cambios de conducción en el área económica, con la designación de Nicolás Dujovne y Luis Caputo?


-Son cuestiones de manejo interno, de diseño de gestión . En una economía en transición, que requiere gestión macroeconómica, van a surgir a menudo objetivos contrapuestos: nivel de actividad-inflación; tipo de cambio real-salario real; tasas-nivel de actividad y regulación monetaria, y esas cosas no se resuelven automáticamente, hay que definir prioridades, lo cual se puede hacer en grupo.


-Hay quienes dicen que más división de tareas puede ser uno de los problemas.


-Es una cuestión de organización de la gestión. En un momento hay que tener una idea de adónde se va y qué variables se privilegian.


-En la definición de hacia dónde se va, ¿es necesario hacerlo desde lo productivo para poder insertar al país, por ejemplo, en las cadenas globales de valor?


-Sin duda. Pensar en movilizar las exportaciones y la economía es definir un sendero productivo. Hay en ese sentido una pregunta y es si podemos vivir de recursos naturales y servicios. En 2015 nuestras exportaciones de recursos naturales medidas por habitante estaban en el orden de los 1000 dólares; Chile tiene de 3000 a 4000 dólares (según el año) y Australia, de 6000 a 9000 dólares. Es fundamental el dinamismo del sector agropecuario y de los cambios tecnológicos, pero no alcanza. Necesitamos otras actividades para llenar la ecuación macroeconómica y generar los recursos para financiar el gasto de una economía en crecimiento. Se necesitan balance macroeconómico, cambio tecnológico y empleo, y pensar la tendencia productiva en conjunto.


-¿Cómo se alcanza eso en un país con tanta pobreza y desigualdad?


-Ésa es la Argentina y por eso la economía tiene su complejidad. Aquí se pide crecimiento con una distribución de ingresos adecuada. Pero el tema ha estado muy en el candelero y los resultados no han sido demasiado brillantes. Por eso es necesaria la generación de empleos para el segmento con mayores dificultades.


-Con lo que podría crecer la economía en 2017, ¿alcanzaría para que haya más empleo?


-La elasticidad entre empleo y producto a la salida de la crisis fue muy alta, pero el número típico es más bajo. Con un crecimiento como el esperable algo puede haber, pero no se puede esperar un gran salto.


-¿Es posible la pobreza cero?


-Se puede plantear como objetivo de largo plazo si se genera un movimiento que permita una baja persistente; nuevamente, es una cuestión de tendencia. Por eso, para un chico es muy importante la perspectiva de qué es lo que podrá lograr si se esfuerza en sus estudios.

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